miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nostalgia



Quizá fue el tiempo.
Quizá la distancia.
Lo que sí debemos tener claro, es que no fue su culpa y tampoco la mía.

Si tan solo hubiésemos visto las señales que se interponían en nuestros caminos, tal vez nos habríamos dado cuenta de lo que se aproximaba. Quizá habríamos podido evitar aquel triste final que se precipitaba sobre nosotros, cubriendo todo con aquel manto de locura, tristeza... dolor, amor. Porque ¿de qué otras cosas está hecha la vida?

Tal como nos conocimos, la vida misma se encargó de separarnos. Tal como nos reunió en torno a esta bella amistad, nos alejó dejando entre nosotros aquel dolor inmenso que a diario carcome nuestras almas.

Ahora solo nos queda el bello recuerdo de todo lo que vivimos. Saber que siempre habrá algo que nos unió, pero que nos marcó para siempre. Tan solo decir... hasta siempre, mis amigos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Duber y la zanahoria gigante



En un lejano pueblo, existía una familia de conejitos. El conejito mayor llamado Duber, era el encargado de ir a buscar la comida para sus hermanos. Fue al centro del pueblo a comprar zanahorias, la única que le quedaba a la señora de la verdulería era muy gigante, por lo que el no podía llevársela solo, decidió comprarla, ya que, sabia que sus hermanitos tenían mucha hambre, se sentó un rato en la plaza y empezaron a llegar sus amigos los conejitos, el apenado les contó lo que sucedía y todos empezaron a pensar en como Duber llevaría a su casa el alimento. Al pasar unos minutos, decidieron algo, comer un pedazo de la zanahoria para que esta pesara menos. Al anochecer se dieron cuenta que ya esta pesaba menos, llego a su casa con el encargo y sus hermanos se pusieron muy contentos. Duber se puso muy feliz y estaba orgulloso del trabajo realizado.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Flacucho



FLACUCHO

Y la niña miraba feliz por la ventana, había un sol hermoso que iluminaba todo el jardín de su casa. Allí estaba Flacucho, el nuevo huésped de la casa. Su historia era triste, lo encontró el joven de la casa en su Liceo con convulsiones, sin tardanza lo llevaron al veterinario y el diagnóstico del facultativo fue categórico: fue envenenado. Allí quedo hospitalizado con oxigeno y lleno de jeringas.
Al tercer día fue dado de alta y llegó a su nuevo hogar. Una vez que se fue acostumbrando, comenzó a seguir a todos los vecinos por los alrededores, pero bastó un descuido para que lo atropellaron y murió al instante.

La niña mira triste por la ventana, pero recuerda lo que dijo su madre ese día…. “ese perrito no era para esta vida”.